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Si hay algo que recuerdo de mi infancia con pasión, además de la bola de cristal y los debates juveniles sobre cine los sábados por la mañana… son las road movies; eran para mí un claro reflejo de libertad. Soñaba con ser mayor, comprar un coche y salir por ahí a descubrir el mundo sin mirar atrás. Ese tipo de películas ya me apasionaba cuando ni siquiera sabía que podían considerarse un género.
En las películas americanas nunca había límites ni fronteras, de repente optabas por cambiar de vida, de personalidad, incluso de identidad e iniciar una nueva aventura en un estado que elegías al azar en el mapa… Entrabas en una de esas tiendas de coches de segunda mano con montones carteles con precios de ganga y te comprabas un coche por unos cuantos dólares que pagabas al contado, luego ponías en venta todos tus muebles, tu ropa y el resto de tus pertenencias en el jardín de tu casa , te montabas en aquel coche grande, colorido y medio destartalado; como solían ser todos coches de las películas americanas o en una furgoneta, de esas que llevan como un remolque y en la cabina caben tres e incluso el perro y era ahí donde comenzaba la aventura.
Un viaje por el medio de carreteras polvorientas que atravesaban desiertos; con un enorme cactus que aparecía cada cien o doscientas millas, y después de un largo día por carreteras desiertas sin cruzarte con ningun otro coche y con la música sonando a todo volumen en un radio cassete de los de toda la vida , lograbas divisar una gasolinera de esas donde te atiende un chico con un mono vaquero y una camisa de cuadros y aprovechas para ir al baño y para comer en un restaurante de esos de comida rápida en donde en lugar de sillas , hay sofás de scai de color rojo o anaranjado, uno a cada lado de la mesa y te atiende una chica rubia con coleta que viste un uniforme de cuadros vichy rosa, mientras un sonriente cocinero negro prepara hamburguesas en una plancha gigantesca… a tu lado unos hombres con aspecto rudo; fuertes, barbudos y con chupa de cuero que al salir escupen al suelo y tras los grandes ventanales… puedes ver como desaparecen entre el polvo de la carretera montados en sus Harley-Davidson... miras a tu alrededor y piensas que la clientela es un poco extraña … aunque tampoco descartas que la rara puedas ser tú.
Luego te paras a dormir en el primer motel de carretera que aparece , uno de esos moteles que dan un poco de yuyu porque a pesar de que suelen ser como galpones con muchas puertas y habitaciones independientes, no puedes evitar que te recuerden al terrorífico motel de carretera con un aspecto bastante más interesante, donde vivía Norman Bates y claro, te entra un poco de psicosis…
Pues hay algo en todo esto, que ha hecho que me vuelva loca por un road trip… yo, ya no entiendo un viaje normal. Cuando la gente me dice _»Me voy a a Paris o a Roma de vacaciones» Pienso: _ ¿Sólo vas a ir a Paris? _¿Te vas a quedar allí todo el tiempo? Más de tres días en el mismo lugar cuando estoy de viaje, me parecen excesivos. Ahora cuando imagino un nuevo país, pienso en recorrerlo todo , en hacer el máximo recorrido en el tiempo del que dispongo. Hay gente que se obsesiona con gastar poco, para luego presumir en su blog, o en las redes sociales, si te estás quieto en un lugar obviamente gastarás menos porque lo que encarece mientras viajamos suelen ser los desplazamientos, más que el alojamiento o las comidas… pero no me imagino quedarme atrapada durante mucho tiempo en una ciudad solo para ahorrar dinero, si no es por necesidad, claro está.
Para mí ya se ha convertido en una obsesión conocer las carreteras, los diferentes paisajes, el clima, la gente, el ambiente de los pueblos pequeños y el alejarme un poco más de las grandes ciudades… Las costumbres y la vida cambian de un lugar a otro aunque solo los separen 60 kilómetros. A veces hasta pienso en lo carente de perspectiva que es todo; el que viaje a Marrakech creerá que ha estado en Marruecos, pero Marrakech nada tiene que ver con Essaouria, Tetuán o Casablanca… es imposible encontrar una ciudad que represente a todo un país, y te hace llegar a la conclusión de que nunca has estado en ese país, a no ser que lo hayas recorrido todo… Habrás estado en una ciudad, pero eso no resume el país… Y eso pasa en todos los lugares del mundo; yo soy española, pero no vivo en Madrid ni en Barcelona, tampoco bailo flamenco y nunca he ido a una corrida de toros… El que viaja a Madrid, a Barcelona o al Sur de España se cree que ha estado en España, pero una gran parte de España se le está escapando…
Pues es igual que estar en la Habana; la Habana, no resume Cuba; sería estar sólo en la Habana y quedarían muchas , muchísimas cosas sin ver… ¿y todo esto a que viene, os preguntaréis? Pues no es más que una reflexión casera, con la que pretendo adentraros en nuestro road trip por Cuba, que os iré contando ; un road trip en viazul, una empresa cubana de autobuses con las que que hemos tenido nuestros más y nuestros menos… y con los que al más puro estilo «Paco Martinez Soria» he tenido que insistir y lidiar hasta que por fín me han dado la razón , como se les da a los locos, ¡vaya! Pero por lo menos, yo me he quedado algo más tranquila! 😉
Totalmente de acuerdo. Se conocen andando y en movimiento constante, así es.
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Y nunca se llega a conocer nada por completo, pero tiene su gracias intentarlo 😉 Gracias Poli, por tu visita y tu comentario 🙂
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🙂
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Lo mismo para tí!! 😉
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la verdad es que esas pelis proponen una visión un tanto idílica de los viajes de carretera que al mismo tiempo son viajes personales de crecimiento. a mí me gustan los roadtrips en pequeñas dosis, sobre todo en las que no se preparan. cuando fuimos a Cuba sabíamos que habría sido genial para conocer el país pero tuvimos que elegir. en nuestro próximo destino vamos seguro a recorrer carrtera 🙂
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Tampoco creo que sea la visión tan idílicas; suele pasar de todo, como en la vida misma! 😉 Mi primer roadtrip fue una súper aventura ; con mis amigas y 18 años hicimos desde la costa da morte hasta el sur de Portugal y nos pasó de todo.. seguimos recordando ese viaje en todas las cenas de navidad y nos reímos mucho 😀 Saludos y muchas gracias por la visita Irene 😉
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Muy buena entrada. Gracias!
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Muchas gracias a tí, por la visita y el comentario 🙂
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¡¡¡Me ha encantado este post porque me has recordado a mí misma!!! Me he reído mucho al recordar una conversación que tuve con mi pareja antes de venir a vivir a Nueva Zelanda. Recuerdo que le decía » Miguel yo quiero conocer el país entero, quiero conocerlo BIEN, no solo una parte o una ciudad… Pero me agobio porque no me da tiempo, es que no me da el tiempo» y mi pareja siempre me respondía «por dios Marta vas a quedarte UN AÑO» y recuerdo que de corazón no sentía que me diera tiempo. Al fin y al cabo me había pasado 22 años en España y para nada la conocía entera, y empezaba a divagar y a pensar en cuándo se conoce realmente un país y si es verdaderamente posible hacerlo… Ay.
Te acabo de descubrir y me encanta tu blog, aquí tienes una nueva seguidora 🙂 ¡Buenos viajes!
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Muchas gracias Marta! Pues por aquí estamos, ya te sigo! 😉 Buenos viajes y feliz navidad! 🙂
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