Algo tiene Portugal que nunca decepciona al viajero y aún cuando crees que no hay nada interesante para ver, siempre aparecen cosas sencillas y discretas, llenas de encanto.
Cuando estábamos trazando lo que sería nuestro road trip por la costa del Algarve; situamos nuestro objetivo en Sagres como la meta final de nuestro viaje por carretera; recorrer toda la costa del Algarve desde Tavira a Sagres; el punto más al suroeste del continente europeo…

No sabíamos mucho lo que nos esperaba en Sagres. Indagando en internet lo único que encontramos es que era un lugar ideal para practicar surf, que había un fuerte importante y también se hablaba de un lugar recomendado para contemplar la puesta de sol; El Cabo San Vicente, considerado hasta el siglo XIV algo así como el fin del mundo, Finis Terrae, Finisterre o Fisterra como le llamamos en Gallego.
Igual que la comida portuguesa; sencilla, fresca, basada en una materia prima de primera calidad pero sin exceso de adornos…así es también todo lo que te vas encontrando en esta costa portuguesa del Algarve; una costa maravillosamente labrada por la erosión del mar y el viento y sin a penas intervención humana.
Las playas son arenales impresionantes escavadas en las rocas; con un oleaje ideal para practicar surf y con una estética que los británicos identifican como paisaje dramático, lo de la baja temperatura de sus aguas es un tópico, el mismo que acompaña a las playas gallegas de las rías baixas y que las protege de las masificaciones de turistas 😉
El fuerte de Sagres fue todo un descubrimiento; por 3 euros que cuesta la entrada no solo os vais a dar un precioso paseo sobre el mar, a cielo abierto y rodeados de acantilados ; además os encontraréis con un montón de edificaciones y curiosidades de un fuerte que fue totalmente reconstruído después de los daños causados por la armada de Sir Francis Drake y por el tsunami que provocó el terremoto de 1755.
Faro de Sagres
Entre las construcciones destaca la enorme muralla, los baluartes, las almenas, la plaza de armas y el monasterio Franciscano que homenajea a San Vicente…La iglesia de Nosa senhora da Gracia construída sobre la que fue en su tiempo la ermita de Santa María, la rosa de los vientos de siglo XVI, y un monumento que me encantó; A Voz do Mar, una construcción en forma de espiral desde donde se puede escuchar el sonido del mar, además de varios buratos do inferno o pozos do inferno; que permiten la entrada del mar por debajo de las rocas, pudiendo ser comtemplado y escuchado desde arriba.

El Cabo San Vicente, como ya os dije anteriormente, es el lugar más recomendado para ver la puesta de sol y cada noche se llena de gente que viene a contemplar el precioso espectáculo. Cuando te vas acercando a la zona ya ves que se ha convertido en algo multitudinario ; hay muchos coches , mucha gente, muchos «autocarros» que venden bebidas, natas, bolinhas de Berlín, perritos calientes… Aunque pensé que sería un puro turisteo y que desde cualquier otro lugar hubieramos visto mejor la puesta de sol, no os voy a negar que hay algo de mágico en esos lugares donde se consigue reunir a tanta gente, incluso guardando el silencio, con el único fin de mirar al horizonte y disfrutar de la belleza de algo tan simple como natural, algo que ocurre cada día pero que nos sigue sorprendiendo y asombrando con toda esa luz y esos colores sobre el océano… Así que no me queda más remedio que recomendaros también este precioso espectáculo gratuíto e incomparable, de contemplar la puesta de sol desde el Cabo San Vicente, y siempre será aún mejor si lo hacéis en buena compañía 😉