Nuestro paso por la India nos dejó muchísimas anécdotas que seguramente nunca serán relatadas… Algunas fueron tan divertidas que no quería que se perdieran en el olvido.
Una de las anécdotas que más gracia me hizo y que aún sigue sorprendiéndome cada vez que la recuerdo, nos pasó con un vecino de nuestro hotel de Varanasi, con el que siempre me sentiré en obligación.
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Río Ganges desde la terraza del Ganpati |
El día que llegamos a Varanasi, una vez instaladas en nuestra preciosa habitación del Ganpati , me puse a lavar algo de ropa, pues durante los días anteriores nunca habíamos parado más de una noche en el mismo hotel, siempre con el tiempo justo para dormir y la ropa sucia se me amontonaba.
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Vistas a través de la mosquitera . Al fondo terraza de mi amigo 🙂 |
Cuando me disponía a colgarla entre la ventana y la mosquitera para que secara mientras íbamos a Sarnath, oí que alguien me llamaba desde una terraza cercana _ «Hola holaa! Eres española?» _Síííí!! Contesté Mientras seguía tendiendo la ropa como podía, entre los barrotes de la ventana y la mosquitera exterior . Entonces, aquel chico me comentó entre inglés y un escueto español, que tenía una amiga en Barcelona que se llamaba Olga.
No sabía muy bien que responder… Quizás que no conocía a Olga hubiera estado bien, pero en ese momento no se me ocurrió , así que sólo le dije _Pues muy bien! Me alegro!! Y me despedí de él…
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Habitación del Ganpati |
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La decoración de la habitación |
Cuando cerré la ventana, le comenté bromeando a Bárbara, que ni se podía abrir la ventana, porque siempre aparecía alguien dispuesto a entablar una conversación.
Días después, poco antes de abandonar Varanasi, caminábamos una tarde medio perdidas por las estrechas calles buscando la oficina de correos, cuando un chico salió de una tienda para llamarme : _Ehh! Yo a tí te conozcoo! Me quedé mirándolo…__Sí! Tú estás en el Ganpati! Yo tengo una amiga en Barcelona que se llama Olga. Me hizo muchísima gracia volver a oir de nuevo la misma presentación.
Sólo cruzamos un par de palabras y me regaló una pulsera para que me diera buen karma , luego vió a Bárbara y le dió otra a ella. Me despedí diciéndole que volvería a su tienda en otro momento para comprar algo, porque esa tarde no podíamos pararnos, teníamos cita para darnos un masaje ayurvédico.
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Mi pulsera 😀 |
Pero la historia no termina ahí… Al día siguiente, después de todas las actividades programadas. Salimos Bárbara y yo , esta vez acompañadas de Virtu, que intentaba sin mucho éxito comprar tandori massala chicken de la marca Everest, a buscar a nuestro nuevo amigo.
Caminamos un montón de veces por las mismas calles y no podíamos encontrar la tienda…Cualquiera que haya estado en Varanasi me entenderá perfectamente.
Entonces, un chico de otra tienda nos preguntó que era lo que buscábamos y al no saber el nombre ni nada más, no supe ni que decir. Bárbara le dijo que buscábamos a un chico que tenía una tienda y una amiga en Barcelona que se llamaba Olga. Mientras oía decir a Bárbara lo de la amiga en Barcelona que se llamaba Olga , ya no sabía ni que cara poner ¡La situación me parecía tan surrealista! Pero por imposible que pueda parecer…¡Los datos bastaron! El chico nos contestó: ¡Sé quien es!!!! Siempre dice que tiene una amiga en Barcelona que se llama Olga, pero hoy no está en la tienda. ¡Vendrá mañana! Y nos ofreció su teléfono.
Ya no pudimos volver a la tienda por una cuestión de tiempo y eso me ha hecho sentirme un poco mal…
Quería agradecerle la pulsera y comprarle alguna cosa, pero no ha podido ser.
Ahora soy yo la que voy diciendo por ahí que tengo un amigo en Varanasi que tiene una amiga en Barcelona que se llama Olga 😉