Hay un lugar en el mundo, al noroeste de Vietnam, donde existen más de un millón de tonalidades de verde y cuando caminas por las montañas , parece que casi pudieras tocar las nubes con los dedos…
La tierra de los arrozales cultivados en terrazas y los búfalos de agua está poblada por personas de tres etnias distintas: Hmong, Tay y Dao... que se diferencian por sus ropas y costumbres pero que conviven pacíficamente en un país con el que no se sienten identificadas… Ellos no se consideran vietnamitas, son la gente de las montañas.
Sa Pa o Cha pa es una ciudad en las montañas Hoàng Liên Sơn, hoy en día se ha convertido en base popular para la práctica de senderismo, mientras que en otros tiempos se estableció como territorio de descanso y curación para los occidentales que vivían en Vietnam. El aire fresco y saludable de Sapa fue atrayendo a los franceses e ingleses residentes en Vietnan, que iban allí para disfrutar de sus vacaciones de verano huyendo del calor de Saigón, Hoi An o Hue y así fue como empezaron a construírse los primeros hoteles a principios del siglo XX.
Llegamos a Sa Pa en el sleeper bus más cómodo en el que he viajado nunca, y al llegar a la ciudad y como ya os había comentado; aparcaron el bus y nos dejaron seguir durmiendo hasta que a las siete de la mañana o quizás algo antes, el conductor nos avisó de que ya era la hora de salir. Bajamos calzándonos…hacía frío y muchos guías se concentraban a las puertas del autobús para ofrecernos sus servicios, pero ninguno parecía ser el nuestro… Hasta que apareció Mau; una mujer de cara redondita y sonriente, vestida con ropas multicolores que contrastaban con un moderno plumífero y unas vans old skool negras, llevaba en las manos un cartón que ponía: Rocio Eleven People! 😄
Mau fue la primera persona que conocimos de la etnia Hamong; una auténtica mujer de negocios; sociable, lista, divertida y amigable… Se presentó y luego nos presentó a su prima Mai; que sería nuestra guía por las montañas; en realidad no sé que relación familiar tendrían entre ellas, porque los Hmong se tratan todos como de la familia y se llaman hermanos, primos o tíos… también a nosotros! Es solo un rasgo más de su afabilidad. Mau es muy abierta y divertida y sabe algunas palabras en español, que utiliza muy adecuadamente según el momento… y su cara sonriente y achinada me recordaba un poco al de la secretaria del Doctor en Alaska, no sé que pasa por las zonas montañosas de Asia que siempre me encuentro con mujeres que se parecen a Marilyn Whirlwind! 😅
Mai nos llevó a desayunar a un hotel y desayunamos muy bien; un buffet perfecto en el que había de todo y hasta el café sabía a chocolate! 😮 Al desayuno se unió una chica nueva, Melanie; una canadiense ,que estudia en Singapur y que compartiría con nosotros la aventura por Sapa.
Para llegar a las montañas, tuvimos que pasar por un mercado y el color empezó a invadirlo todo… ¡Los mercados son lo mejor de Asia! Ni los templos, ni las estupas…No vas a encontrar tanta vida en ningún otro lugar! En los mercados la gente se relaciona; compra, vende , come… los mercados de Sapa están llenos de productos verdes y ecológicos; frutas, verduras, cañas de azúcar… y de envases biodegradables y amistosos con el medio ambiente, aunque las latas y el plástico empiezan a acechar en algunos productos envasados como las galletas. Caminando por la ciudad empiezas a ver que hay gente que viste de tres formas diferentes e incluso cuando ves grupos de niños que salen del colegio puedes empezar a adivinar a que etnia pertenecen.
Salimos del núcleo urbano y empezamos el ascenso por senderos que nos llevaban a la cima de las montañas, desde donde empezamos a tener unas vistas espectaculares… Después de mucho caminar llegamos a un lugar en medio de la nada donde apareció un «chiringuito» en el que daban de comer y nos ofrecieron la típica comida de las montañas vietnamitas; arroz o noodles!
Allí nos encontramos con otros viajeros y al terminar seguimos nuestra ruta, a la que se unieron la hija, la hermana y el nieto de Mai y así prosiguió nuestra caminata , ahora por el medio de los arrozales y de algunas aldeas. Era curioso ver a aquellas mujeres siempre por delante, bajando entre las piedras sin problemas; yo preocupada por no resbalar y agarrando la cámara con las dos manos… Mientras la hija de Mai bajaba tan tranquila con su bebé durmiendo atado a su espalda a modo de mochila; se notaba que estaban en su medio! Después de mucho caminar y de preguntar hasta aburrir, como hacen los niñ@s: «Cuando llegamos?»»¿Dónde dormimos?» Nos dijeron que teníamos que llegar a una casa con el techo verde y cada vez que divisábamos una casa con el tejado verde, creíamos que era aquella! Hasta que por fín… llegamos a la nuestra, la casa de Mau donde pasaríamos la noche.
Una casa completamente de madera; con baños en el exterior y mosquiteras en las camas. Allí nos reencontramos con Mau, que traía un círculo marcado en la frente;luego preguntando supe que aquella marca respondía a una práctica de medicina tradicional china en la que utilizan el cuerno de un búfalo; lo queman en la parte superior y lo usan a modo de ventosa para curarse el dolor de cabeza… y también conocimos a otros huéspedes que estaban en la casa; una pareja de madrileños, una italiana que viajaba sola, una pareja de irlandeses, un canario y una gallega que eran cocineros y querían llegar a China. La casa de Mau es pura diversión; nos decía que si teníamos frío por la noche hiciéramos la cucharita ( ya os había dicho que conoce interesantes y curiosas expresiones del español que va soltando en el momento más adecuado)… Nos duchamos y nos vestimos para la cena, algunas chicas aprovecharon para teñirse las manos de azul en el el cubo donde las mujeres Hmong tiñen sus ropa con índigo. Por la noche, después de la mejor cena que comí en todo Vietnam, Mau organizó una fiesta con happy water (vino de arroz) y trajeron extraños instrumentos de viento que todos intentaban tocar… Nos hicieron una actuación en el patio; creo que había que beber mucha happy water para llegar a entender aquella música y más aún el baile y los movimientos que hacían los músicos… Era una fiesta totalmente surrealista y Mau nos perseguía con la botella de happy water para que repitiéramos… La fiesta terminó tarde y la mañana siguiente había que madrugar para continuar con la ruta de trekking… Nos ofrecieron quedarnos otra noche allí alojados y me contaron los madrileños, con los que compartí mesa en el desayuno, que lo hacían porque los otros alojamientos no estaban tan bien como el de Mau y había que dormir en el suelo, no había camas! También fueron ellos los que me contaron lo de las marcas hechas con cuerno de búfalo, que luego veríamos que era bastante habitual… al igual que unas rayas en el cuello que se hacen pellizcándose para bajarse la fiebre.
Pregunté al grupo qué preferían y decidimos continuar y alojarnos en el siguiente homestay. Tomamos la decisión correcta, porque conocimos otra zona, otra casa y otra familia… Ese día caminamos por los bosque de bambú y comimos en un lugar donde toda las mujeres intentaban vendernos pulseras , bolsitos y carteras bordadas a mano por ellas…y ahí estuvimos aguantando el regateo! 😅
Al terminar de comer retomamos la ruta; esta vez pasando por aldeas donde algunos vecinos descansaban a la puerta de sus casas mientras otros trabajan en el arrozal… las aldeas de Sapa están llenas de niños que juegan libres; unos calzados , otros descalzos…todos iban vestidos excepto uno, que parecía haber salido de la ducha y corría por el campo como dios lo trajo al mundo! Y ya se convirtió en el niño preferido de Mayca y Sandra… Los niños de Sapa, felices y sonrientes, empezaron a perseguirnos por los caminos para decirnos «Hello» y mandarnos besos…Después de algunos kilómetros con nosotros empezamos a preocuparnos de que fuera a pasarles algo malo por alejarse tanto de sus casas , pero Mai nos dijo que los niños pararían al llegar a la carretera. Ese era al parecer , el único límite a su total libertad.
Teníamos que llegar pronto a nuestro alojamiento porque aquella tarde después de cenar se despedía de nosotros Melody, que continuaba su viaje hacia el sur… Conocimos a nuestra nueva familia y nos encantó ver que el padre era quien preparaba la comida, ponía la mesa y el que cuidaba del niño… No habíamos visto guías masculinos en Sapa y tampoco se les veían trabajando… la verdad es que la mujer vietnamita lleva todo el peso del trabajo; lo mismo en la ciudad que en el campo! Son ellas las que levantando el país! Mai nos había dicho que los hombres no sirven para guías porque e a ellos les cuesta más aprender idiomas 😅 Será eso! Después de ducharnos y de cenar, vinieron a buscar a Melody en moto y le hicimos una súper despedida que la mujer debió de flipar! Hasta le cantamos el «No te vayas todavía…»
Nuestra nueva casa para aquella noche tenía varias particularidades; por un lado nos ofrecieron las chanclas de moda en Vietnam; unas chanclas de plástico blanco o amarillo, que usa todo el mundo, con una especie de cámara de aire que resultan comodísimas para relajar los pies después de un treking… y luego estaba el dormitorio; un espacio casi totalmente diáfano, no había más que dos divisiones y era cierto que no había camas, pero había unos colchones bastante buenos y todos tenían mosquitera… lo mejor de todo eran las mantas de flores o como diría David; los cobertores! 😁 que parecía que estuvieran rellenas de piedras! Aquella noche me sentía un poco acatarrada y me fui a dormir temprano…lo cierto es que dormí como una rosa! y por la mañana cuando quise levantarme no podía con la manta! Hasta llegué a pensar que me había debilitado mucho aquel trekking por Sapa pero lo cierto es que aquellas mantas que había colgadas por todos lados, pesaban un quintal! 🥵
Nuestro último día en Sapa después de desayunar las deliciosas «filloas de Sapa» rellenas de miel y plátano, salimos de nuevo a hacer trekking; estábamos bastantes cansados y había un montón de cuestas. Hicimos varias paradas y aprovechamos para hablar con Mai… Visitamos un colegio y allí sentados aprovechamos para charlar; Mai siempre se refería a los vietnamitas como si ella no lo fuera…y en ese momento me costaba entenderlo porque desconocía los orígenes de los Hmong. Como estaba interesada en la forma de vida de las distintas etnias y quería conocer la realidad de esa convivencia pacífica; le pregunté si había bodas entre diferentes etnias y me dijo que actualmente empezaba a aceptarse… cuando ella se casó ( las mujeres Hmong se casan antes de cumplir los 20) todavía no era posible, pero en la actualidad ya algunos se casaban con una pareja de distinta etnia; después de mostrarnos el mapa de la zona y decirnos que etnia habitaba en cada parte de las montañas, bajamos al pueblo para tomar algo en un bar con vistas sobre el río…
Al terminar de comer nos bajarían hasta la ciudad donde nos despedimos de nuestra simpática guía Mai,a la que le prometí que nunca iba a olvidarla y también vino a despedirnos Mau; la mujer de negocios; la gran organizadora de excursiones y fiestas musicales nocturnas!
Así terminaban nuestros días de treking y aventura en Sapa; ese lugar tan especial que ya no olvidaré jamás… El lugar donde caminamos por la cima de las montaña, entre niños, búfalos y gallinas … (el lugar donde entré por primera vez en un bosque de bambú ) y donde convivimos con una gente auténtica y sorprendente de la etnia Hmong.
Muchas gracias como siempre por llegar hasta aquí y feliz fín de semana a tod@s! 😉