
Esta ruta de 200 km situada en la Costa da Morte y que une Malpica con Finisterre, además de tener al mar como principal protagonista, no deja de sorprendernos a cada paso con un paisaje que va cambiando de color y de forma debido a la gran variedad de vegetación que decora toda la costa. El colorido, el ruído del mar de fondo y el ocasional silbido del viento nos acompañan durante gran parte del recorrido y hacen de esta ruta un auténtico placer para los sentidos.